Es el amor; tendré que ocultarme o huir....
Jorge Luis Borges
violento, rumoroso
temblor de hojas
en la intrincada selva
de mis espinas.
Invasión de ternura
en los huesos.
Ola dulce de agua
reventándome
en el fondo del pecho,
encrespándose
y volviendo a extenderse
espuma
sobre mi corazón.
Es el amor con su viento cálido,
lamiendo insistente
la playa sola de mi noche.
Es el amor con su largo
ropaje de algas,
enredándome el nombre,
el juicio, los imposibles.
Es el amor salitre, húmedo,
descargándose contra
la roca de mi ayer
impávida dureza.
Es la marea subiendo
lentamente
las esquinas de piedra
de mis manos.
Es el espacio con su frío
y el vientre de mi madre
palpitando su vida
en el silencio.
Es el grupo de árboles
en el atardecer,
el ocaso rojo de azul,
la luna colgada
como fruta en el cielo.
Es el miedo terrible,
el pavor de abrir la puerta
y unirse a la caravana
de estrellas persiguiendo
la luz como nocturnas,
erráticas mariposas.
Es la tiniebla absoluta
o la más terrible
y blanca nova
del Universo.
Es tu voz como soplo
o el ruido de días
ignorando los rumbos
de tu existencia.
Es esa palabra
conjuro de todas las magias,
látigo sobre mi espalda
tendida al filo del sol,
desencajando el tiempo
con sus letras recónditas,
desprendida
del azar y de la lógica,
loca palabra, espada,
torbellino revolviéndome
tibias memorias
apaciblemente guardadas
en el desván de los sueños,
estatuas que de pronto
se levantan y hablan,
duendes morados
saliendo de todas las flores,
silbando música
de tambor de guerra,
terribles con sus largos
zapatos puntudos,
burlándose de mí
que, inútilmente,
cavo tenaz, enfurecida,
incapaz,
llorando en mi espanto,
esta última
trinchera.
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