El sol se enreda en mis pestañas,
y tú asistes al rito cotidiano
del agua y del espejo,
henchido, vaporoso,
con tu rostro esculpido
de sueño y de deseo,
como si fueras a un congreso
de dioses azulados,
o al territorio de esperma del poeta.
El día danza complaciente
y tu garganta sin sonido
como un espejo mágico, brindando
el sí desnudo a mí
pregunta.
Tú buscas incansable
el color de mi tristeza,
el agua matutina entre mis dedos,
el control de la luz sobre mi cuerpo,
las horas que se yerguen
como caballos musicales.
Yo palpo mi deseo tirada
como una fruta seca
y me interno entre los fragmentos
que va dejando el día.
La ruta de cigarras fluye circundada
de atardecidos cantos.
y tú asistes al rito cotidiano
del agua y del espejo,
henchido, vaporoso,
con tu rostro esculpido
de sueño y de deseo,
como si fueras a un congreso
de dioses azulados,
o al territorio de esperma del poeta.
El día danza complaciente
y tu garganta sin sonido
como un espejo mágico, brindando
el sí desnudo a mí
pregunta.
Tú buscas incansable
el color de mi tristeza,
el agua matutina entre mis dedos,
el control de la luz sobre mi cuerpo,
las horas que se yerguen
como caballos musicales.
Yo palpo mi deseo tirada
como una fruta seca
y me interno entre los fragmentos
que va dejando el día.
La ruta de cigarras fluye circundada
de atardecidos cantos.
1 comentario:
Has seleccionado otro poema delicioso.
Gracias.
Besos.
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