En las doradas cúspides del sueño,
donde la piel redobla su ternura,
donde el beso resigue tu textura
y mi cuerpo reclama a su otro dueño,
donde el deseo es huésped halagüeño
y la muesca caricia en la hendidura,
donde el tacto remonta su espesura
y la vida renace de su empeño,
donde estás tú y el labio no censura
el agravio más grande o más pequeño,
donde la ausencia siempre es la tortura
y tu presencia un bálsamo hogareño,
allí quiero morir, en la segura
tranquilidad del sueño de tu sueño.
donde el beso resigue tu textura
y mi cuerpo reclama a su otro dueño,
donde el deseo es huésped halagüeño
y la muesca caricia en la hendidura,
donde el tacto remonta su espesura
y la vida renace de su empeño,
donde estás tú y el labio no censura
el agravio más grande o más pequeño,
donde la ausencia siempre es la tortura
y tu presencia un bálsamo hogareño,
allí quiero morir, en la segura
tranquilidad del sueño de tu sueño.