Afuera, afuera, ansias mías;
no el respeto os embarace:
que es lisonja de la pena
perder el miedo a los males.
Salgan signos a la boca
de lo que el corazón arde,
que nadie, nadie creerá
el incendio
si el humo no da señales.
El que su cuidado estima,
sus sentimientos no calle;
que no es muy valiente
el preso que no quebranta
la cárcel.